Cómo se triunfaba durante el franquismo

Octavi Monsonís (1949) reapareció en el panorama literario el 2013 cuando Ediciones de 1984 le publicó el libro Calle de paso. Confiesa que la acogida de sus compañeros ha sido muy buena e intergeneracional. Y que, a pesar de que trabaja en una trilogía sobre el fascismo, el relato breve –que es su gran pasión– también le atrae. Luna cruda, la primera de estas tres obras en que indaga sobre el fascismo, nos lleva a un tiempo oscuro de la Historia española, en la que 40 años de dictadura dieron rienda suelta a lo peor de algunas personas.

—Has tenido una segunda vida literaria desde 2013 hasta ahora. ¿Qué papel ocupa Luna cruda dentro de esta producción?
—Forma parte de mi proceso de crecimiento como escritor. Es un paso más, porque es un libro diferente y hay una asunción de temáticas y técnicas distintas, pero a pesar de ser un libro con nuevos conceptos, es un eslabón más en este proceso literario reiniciado el 2013 como dices. No es nada de excepcional, sino un nuevo camino de trabajo.

—Aún así, la novela es técnicamente osada: se presenta fragmentariamente, con múltiples voces. demuestras una solidez como escritor.
—Quizás sí que hay esta osadía que apuntáis, sobre todo por el hecho que el argumento es explicado desde los diferentes personajes y no sólo a través de uno sólo que explica la niñez y la juventud y el crecimiento. Esto es compartido entre todos ellos, algunos continúan haciéndose grandes, otros avanzan y toman decisiones, otros se posicionan ideológicamente. Hay una vida colectiva que va creciendo y no un personaje único. Es algo más atrevido, pero solo un poco.

—Dices que no has querido novelar el franquismo, sino solo una parte.
—Está claro, alcanzarlo todo entero es una cosa de los historiadores, que son los que tienen que dar cuenta de este periodo. Yo evoco realidades y mundos y no hago un correlato directo. Por algo soy escritor. Hago una novela para enfrentarme al franquismo en aquello que me parece. Yo soy uno de los niños del primer relato y a la vez un personaje que descubre el baile en los sesenta, o la lucha antifranquista. Es mi visión.

—Pero no es de ninguna forma una novela biográfica.
—Y tanto que no. Esta es la gracia de la literatura, que recogemos la vida como si fuera la nuestra, pero no lo es. Hay una disociación entre el narrador y el autor, un distanciamiento que te obliga a mirar de forma objetiva y que te permite situarte respecto al franquismo y narrar , lejos de cualquier sentimentalismo.

—Y, de hecho, hay una exposición muy cruda de los hechos, yendo a la esencia de la narración.
—Sí, quería buscar una mayor intensidad y me he metido en la piel de los personajes para vivirlos completamente, desnudados de todo artificio.

—¿Te consideras representante de la tradición de los escritores comprometidos?
—Es que siempre tienes que querer decir algo. Pero puedes ser un escritor comprometido en un sentido o en otro, yo creo que el libro muestra claramente que soy muy antifranquista o que lo son los personajes. Hay algunas expresiones que eran muy privadas y que he tenido que consultar mucho si las ponía o no, pero al final se las he incluido. Por ejemplo: ‘Se tenía que ser muy fascista o muy hijo de puta para triunfar’.